En 1890 Mitsubishi compró la isla y se encargó de la construcción
de todo lo que había en la isla para explotarla durante casi 100 años.
En aquellos años el petróleo se convirtió en el sustituto del carbón y
por tanto la isla dejaba de ser rentable, así que Mitsubishi anunció el cierre de la mina en 1974 y actualmente está deshabitada, por eso la suelen llamar la Isla Fantasma.